Ya he descrito muchas veces la adolescencia como un periodo desconcertante y maravilloso a la vez.Y esto es así, no solo para los propios adolescentes, sino también para los adultos que conviven con ellos.
Como madre de una adolescente, a veces recuerdo con nostalgia lo sencillo que era tratar con ella hace unos años. Obediente, tranquila, responsable, respetuosa, colaboradora... una delicia de hija, la verdad. Y no es que no lo sea ahora. Dentro de ella, en su esencia, siguen estas mismas cualidades, pero están en periodo de hibernación. Y por ello, a veces, me cuesta reconocerlas. Sus deseos de novedad, la intensidad emocional con que vive las situaciones y las ganas continuas de estar con sus amigos y amigas son ahora los motivos que dirigen su vida. Y yo, necesito acoplarme. Necesito entenderla y apoyarla a ella en esta etapa de inegración cerebral tan fascinante. Aunque, a veces, es muy difícil. Lo reconozco.
Sé que mi función es permanecer presente, escucharla, estar atenta a las señales y ayudarla a convertirse en un adulto sereno, resiliente, alegre, optimista y paciente. Alguien capaz de afrontar la vida con apertura mental, ilusión y empatía. Enseñarle, a través de mi ejemplo, que aceptar el flujo de la vida no significa ser conformista, sino permanecer atenta a las oportunidades y renunciar a reaccionar de manera impulsiva.
No quiero ser su enemiga, aunque sé que a veces, ella me ve así. Orientarla y guiarla para que gestione mejor el tiempo y no se sumerja de pleno en las redes sociales, es todo un desafío. Para mí, le ocupan demasiado tiempo; para ella, nunca es suficiente. Nuestros objetivos están enfrentados también, últimamente. Mientras yo quiero que se centre más en sus estudios, ella quiere pasar más tiempo con sus amigos y amigas.
Me gustaría que en esta etapa aprendiera a separar diferentes tiempos en su día a día: tiempo interior, tiempo de sueño, tiempo de concentración, tiempo de inactividad, tiempo de juego, tiempo de actividad física y tiempo de conexión. Eso, le permitiría estar más presente y sacar más partido a sus actividades. Lo habitual, es que lo mezcle todo. Estudia escuchando música, a la vez contesta sus mensajes del móvil, manda fotos a sus amigos/as...
El cerebro, el cuerpo y las relaciones sociales se entrelazan en un todo para facilitar la integración. pero ésta, necesita entrenamiento y buenos hábitos. Solo así se sentarán las bases para su autoconocimiento, la flexibilidad mental, la toma de decisiones correctas y la tendencia a responder en lugar de reaccionar. Todo un desafío.
Hace poco, recordé una carta escrita por la psicóloga Gretchen Schmelzer, que trabaja desde hace 25 años en los complejos temas del trauma, la integración y el cambio de comportamiento. Las características de la época adolescente y lo que siente un joven en esa etapa de
la vida queda reflejado en esa carta que Schmelzer escribió en boca de
un adolescente, para que los padres entiendan por qué su hijo se comporta
como se comporta en ocasiones. Voy a reproducirla a continuación para dejaros pistas sobre el torbellino emocional que pueden estar pasando nuestros hijos adolescentes.
Carta que tu adolescente no te puede escribir.
"Querida Mamá, querido Papá:Ésta es la carta que yo quisiera poder escribirte.
En este momento estamos en una lucha. Lo necesito. Necesito esta pelea. No puedo explicarte las razones porque no tengo el idioma para ello y de todos modos no tendría sentido. Pero necesito esta pelea. Mal. Necesito odiarte ahora y necesito que sobrevivas. Necesito que sobrevivas a que te odie y que me odies a mí. Necesito esta pelea aunque también la odie. No importa de qué se trate esta vez: por la hora de volver a casa, por no haber hecho una tarea, por la lavandería, mi habitación desordenada, salir, quedarme, irme, no irme, novio, novia, no amigos, malos amigos. No importa. Necesito pelear contigo y necesito que pelees conmigo.
Necesito desesperadamente que sostengas el otro extremo de la cuerda. Aferrarme con fuerza mientras golpeo el otro extremo, mientras encuentro los asideros y los puntos de apoyo en este nuevo mundo. Solía saber quién era, quién eras, quiénes éramos. Pero en este momento no. En este momento estoy buscando mis límites y a veces solo puedo encontrarlos cuando estoy provocándote. Cuando llevo todo hasta el límite. Entonces siento que existo y por un minuto puedo respirar. Sé que anhelas el niño dulce que fui porque también anhelo a ese niño, y algo de ese anhelo es lo que me duele tanto en este momento.
Necesito esta pelea y necesito ver que no importa cuán malos o grandes sean mis sentimientos. No nos destruirán ni a ti ni a mí. Necesito que me quieras incluso en mi peor momento, incluso cuando parece que no te quiero. Necesito que te quieras a ti y a mí por los dos en este momento. Sé que apesta ser rechazado y etiquetado como el malo. Por dentro siento lo mismo, pero necesito que lo toleres y que otros adultos te ayuden. Porque yo no puedo hacerlo en este momento. Si quieres reunir a todos tus amigos adultos y tener un 'festival de ira-grupo-apoyo-para-sobrevivir-tu-adolescente', me parece bien. O hablar de mí a mis espaldas, no me importa. Solo no te rindas. No te rindas en esta pelea. Te necesito.
Esta es la pelea que me enseñará que mi sombra no es más grande que mi luz. Esta es la pelea que me enseñará que los malos sentimientos no significan el final de una relación. Esta es la pelea que me enseñará a escucharme a mí mismo, incluso cuando pueda decepcionar a otros.
Y esta lucha en particular terminará. Como cualquier tormenta, estallará. Y lo olvidaré y tú también. Y luego volverá. Y necesitaré que te aferres a la cuerda otra vez. Necesitaré esto una y otra vez durante unos años.
Sé que no hay nada satisfactorio en este trabajo para ti. Sé que probablemente nunca te lo agradeceré y ni siquiera reconoceré tu apoyo. De hecho, probablemente te criticaré por todo este arduo trabajo. Parecerá que nada de lo que hagas será suficiente. Y, sin embargo, confío completamente en tu habilidad para permanecer en esta pelea. No importa cuánto discuta. No importa cuánto me enfurruñe. No importa lo silencioso que sea.
Por favor, agárrate al otro extremo de la cuerda. Así sabré que estás haciendo el trabajo más importante que podría estar haciendo por mí en este momento.
Con amor, tu adolescente"
Mucho ánimo a todos las familias de adolescentes. Ellos están en un momento crucial de sus vidas. No sucumbamos a la rabia o la impotencia y mostrémoles con claridad nuestro apoyo y amor, para que no les quepa la menor duda, de que siempre tendrán en nosotros un puerto seguro, desde el que lanzarse al mundo.
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