En los centros educativos, cuando termina el trimestre, es momento de sesiones de evaluación. Es una época de bastante estrés, no solo para el alumnado que es calificado, sino también para el profesorado que se enfrenta a estas sesiones con la necesidad de valorar también su propio proceso de enseñanza. ¿Qué fue bien? ¿cuáles son las propuestas de mejora? ¿qué podria hacer para mejorar el clima de la clase, el rendimiento...?
Cuando los resultados no han sido buenos y el rendimiento ha sido bajo, los comentarios que más repiten los profesores suelen ser: grupos muy heterogéneos, necesidad de canalizar la energía de
los alumnos, excesivo parloteo en clase, facilidad con la que se distraen,
falta de atención y concentración, indisciplina, mal comportamiento, falta de respeto, etc.
Como
propuesta de mejora, podría surgir la implementación de un programa
específico de educación socioemocional, para que el alumnado desarrolle las fortalezas
personales relacionadas con el buen rendimiento académico, por ejemplo la perseverancia, el sentido de la justicia, la gratitud, la integridad, la esperanza, la perspectiva, y por supuesto el amor por el aprendizaje, para que se produzca
el cambio actitudinal desde un nivel más profundo, por sus efectos duraderos,
con el fin de mejorar el autoconcepto y los resultados académicos en los dos
trimestres que quedan por delante.
Por otra
parte, es imprescindible que el departamento de orientación psicopedagógico
(si lo hay) se implique, también, en asesorar a los profesores que manifiesten dificultades
a la hora de controlar la clase y pongan a su disposición herramientas para una
adecuada gestión del aula.
En estos casos, los padres, también tiene trabajo para concienciar a sus hijos/as de la
importancia de mantener la atención y la concentración en clase, la diligencia
en sus tareas, así como el respeto debido al profesorado.
Después de esta primera evaluación, estamos a
tiempo de reconducir las actitudes de todos los implicados, y evitar que se repitan los mismos resultados en la segunda evaluación. Estamos a tiempo de hacer intervenciones que mejoren el clima de la clase y por consiguiente los resultados académicos.
Un grupo-clase tranquilo y atento ayuda mucho para que el
profesorado pueda desarrollar su labor educativa, en un entorno de bienestar. Mantener la disciplina en el aula, conlleva, en ocasiones, un
gasto de energía y tiempo enorme, por parte del profesorado que, a la larga,
puede producirles desmotivación y estrés. Para el alumnado puede desembocar en retrasos escolares y la
consiguiente acumulación de tareas para casa. Repercutiendo, ambos
efectos negativamente, en la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Las reuniones de padres al finalizar el trimestre, no han de dedicarse exclusivamente al reparto de notas, sino que son esenciales para
trabajar, conjuntamente, los aspectos de educación socioemocional que requieren la práctica diaria en entornos diferentes e introducir los cambios necesarios en las programaciones para aumentar el bienestar del alumnado, mejorar la convivencia y prevenir el fracaso escolar.
En estas reuniones, podría ser interesante llegar a un
compromiso de padres, alumnos y profesores de cara al establecimiento de unos
objetivos que nos sirvan de guía en este camino de superación y crecimiento personal que supone la educación.
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