¿Cómo criar a niños felices, saludables y productivos?

Muchos profesionales en ciencias sociales creen que los problemas de los niños de hoy pueden explicarse por los cambios complejos que se han producido en las pautas sociales en los últimos cuarenta años:
- el aumento del porcentaje de divorcios, 
- la influencia penetrante y negativa de la televisión y los medios de comunicación, 
- la falta de respeto hacia las escuelas como fuente de autoridad, y 
- el tiempo cada vez más reducido que los padres le dedican a sus hijos… 

Aceptando por un momento que los cambios sociales resultan inevitables, la clave está en cambiar la forma en que se desarrolla el cerebro del niño.

Un poquito de NEUROANATOMÍA DE LAS EMOCIONES 
La parte pensante del cerebro, según los científicos, se haya en la corteza (a veces llamada neocorteza) y la parte emocional del cerebro en el sistema límbico. La inteligencia emocional es la relación entre estas dos áreas. Aunque se considera que la corteza constituye la parte pensante del cerebro, desempeña también un papel importante para comprender la inteligencia emocional. La corteza nos permite tener sentimientos sobre nuestros sentimientos. Nos permite tener discernimiento (“insight”), analizar por qué sentimos de determinada manera y luego hacer algo al respecto.
El sistema límbico, incluye el hipocampo, donde se produce el aprendizaje emocional y donde se almacenan los recuerdos emocionales, la amígdala, considerada el centro de control emocional del cerebro, y varias otras estructuras.  Y además, están los neuropéptidos, almacenados en el cerebro emocional y enviados a través de todo el cuerpo cuando se siente una emoción, indicándole al cuerpo la manera de reaccionar. 
Con cada reacción emocional, el cerebro envía estos elementos químicos hacia un sistema complejo de receptores que se encuentran distribuidos en todo el cuerpo. Aunque nuestros hijos nacen con predisposiciones emocionales específicas, su sistema de circuitos cerebrales tiene cierto grado de plasticidad. Pueden aprender nuevas capacidades emocionales y sociales que crearán nuevas vías nerviosas y pautas bioquímicas más adaptables.  Es muy posible que, para efectuar estos cambios, usted pueda verse en la obligación de cuestionar algunos de sus instintos paternos naturales y actuar en formas que pueden oponerse a los hábitos normales o a su estilo de vida. Si usted es un docente, quizás tenga que replantearse su actual metodología y la manera en la que se relaciona con sus alumnos, así como sus propias respuestas intuitivas.
Cuando queremos modificar conductas perjudiciales o bien dotar a los niños de un nuevo esquema emocional, mucho más armonioso y efectivo, las palabras o sermones que les damos sólo dan cuenta de una pequeña parte (menos del 10 por ciento) del significado que le damos a la comunicación emocional. Se sabe que los seres humanos interpretan mensajes emocionales desde una porción mucho más primitiva de su cerebro y, enseñarles a los niños a comprender el significado de la postura, las expresiones faciales, el tono de voz y otro tipo de lenguaje corporal, resultará un medio mucho más efectivo para mejorar la comprensión de sus emociones y las de los demás. El Cuaderno Losias, elabora un marco pedagógico completo y progresivo que promueve la apertura hacia nuevas conexiones neuronales que conformen ese nuevo estado de bienestar y apertura mental y emocional.
En los centros docentes, al igual que en las familias, se ha abusado muchas veces de intervenciones que desarrollan la autoestima del niño a través de un elogio y un refuerzo constantes, tal como lo han sostenido durante más de veinticinco años los partidarios del movimiento de la psicología humanista. Esto, se ha visto que puede, en realidad, hacer más daño que bien, puesto que ayudar a los niños a sentirse bien con ellos mismos sólo tiene sentido si estos sentimientos están relacionados con logros específicos y el dominio de nuevos conocimientos. La promoción de la autoestima de manera indiscriminada, ha dado lugar a niños con una autoestima muy elevada y cero empatía hacia los demás; niños egoístas y autoritarios que terminan haciendo la vida imposible a padres y profesores.
Evitando la frustración de los niños de manera continuada, los hacemos débiles mental y emocionalmente. El estrés ha sido calificado como un subproducto perjudicial de nuestra apresurada sociedad tecnológica, un enemigo natural de la niñez. Pero proteger a los niños del estrés puede ser una de las peores cosas que podemos hacer.  Por el contrario, Kagan recomienda enseñarles a los niños a ser persistentes, aprender a enfrentar las dificultades de la vida permite que los niños desarrollen nuevos caminos neurales, lo cual puede formarlos más adaptables, flexibles e ingeniosos. Y por supuesto hacerles resilientes, base de la supervivencia en la vida infantil y adulta.
Emotional intelligence in children.Shapiro, Lawrence E.

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