A menudo escuchamos que es importante ponernos objetivos. Y es verdad, por muchos motivos.
Hacerlo, implica que tenemos cierto sentido de nuestra vida y que tenemos la intención de dirigirnos a un determinado punto. Nos hacen crecer. Las metas, ponen en marcha mecanismos conscientes e inconscientes para alcanzarlas, que son beneficiosos en sí mismos, independientemente de que las obtengamos o no.
Por ejemplo, nos llevan a trazar un plan de trabajo y pueden aumentar nuestra fuerza de voluntad y disciplina. Dirigen nuestra mente hacia un propósito y si somos tenaces, evitan que nos dispersemos demasiado y que, en cambio, aunemos nuestros esfuerzos en pos de nuestra quimera.
Durante el camino, a veces arduo y complicado; otras, sencillo, siempre aprendemos algo. El camino o la desviación del mismo, forma parte de nuestro destino (en ambos sentidos). Suele decirse que el primer paso no te lleva donde quieres ir, pero te saca de donde estás. A veces, ese primer paso, nos coloca en otra casilla de salida diferente, con otras muchas opciones que antes no podíamos ver. Y como consecuencia, nuestro objetivo cambia. Es posible. Es correcto. Es fluir. No pasa nada. No es que seamos veletas. Al contrario, significa que nos escuchamos bien a nosotros mismos; aceptamos que nuestra posición ha cambiado y nuestras necesidades son diferentes. A veces, nos empeñamos en una cosa y las circunstancias de la vida se imponen en su contra. En esos casos, flexibilidad, reflexión, serenidad y aceptación. Quizás el objetivo que tanto deseamos no sea lo mejor para nosotros. Quizás haya otros planes mejores, más acordes con nuestras fortalezas y cualidades. A veces, no conseguir nuestro objetivo es lo mejor para nosotros, aunque no podamos verlo así, en un principio. Pienso que en mayor o menor medida, todos estamos conectados, y que las cosas suceden por una razón, la mayoría de veces incomprensible. La pregunta, cuando no conseguimos lo que nos hemos propuesto, no es "¿Por qué yo no lo consigo?", sino, "¿Para qué no lo he conseguido? Las circunstancias que envuelven tu vida te van dando, normalmente, pistas sutiles para indicarte el camino a tomar. A veces esas pistas son abruptas, terribles y ponen tu vida patas arriba. No desesperes. Si no lo has conseguido a la primera, puedes volver a intentarlo modificando algunas variables que intervengan. Pero, no te dejes la vida insistiendo. Estudia bien el entorno y abandona tu objetivo, sin miedo, quizás no es el momento adecuado. O quizás necesitas cambiarlo sin más.
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