Ya he hablado en anteriores posts sobre la importancia de convivir con una mente en calma y equilibrada. Sobre todo si queremos aprovechar al máximo todas las habilidades y fortalezas que tenemos. Para ello, podemos pensar que nuestro cerebro es nuestro "dragón" y que al igual que en la película "Cómo entrenar a tu dragón", necesitamos adiestrar a ese "homúnculo" para que sea nuestro aliado y nos ayude a ganar las batallas de la vida. Ya sabemos que un "dragón" bien educado nos puede sacar de grandes apuros y salvarnos de situaciones muy comprometidas y que ponen en riesgo nuestra supervivencia y bienestar.
La vida está llena de desafíos, no hace falta que nos lo diga un experto. Cada uno de nosotros nos hemos enfrentado a diversas situaciones complicadas que han minado nuestra autoestima y confianza, como mínimo durante una buena temporada. La rapidez con que se produzca esa vuelta a la homeostasis (equilibrio propio), requiere de una toma de consciencia absoluta y de bastante tiempo.
En ocasiones, la mente no está preparada para hacer frente a las consecuencias y se produce una distorsión cognitiva que puede desembocar en una indefensión aprendida, (sensación de que hagamos lo que hagamos, no tiene solución) que nos deje paralizados durante muchos, muchos años.
La clave para no llegar nunca a esa situación, es entrenar bien a tu "dragón". Si queremos permanecer disgustados o enfadados con la vida, vamos a encontrar en nuestro día a día multitud de razones que avalan nuestra postura. Por lo tanto, tenemos que empezar a educar a nuestra mente para que ordene al cerebro ver lo bueno en cada situación. ¿Quiere eso decir que tenemos que engañarnos a nosotros mismos? Rotundamente NO. Quiere decir, que entre todo lo que ocurra en nuestra experiencia cotidiana de vivir, debemos fijar nuestra atención en lo bueno de cada situación, si lo hubiera, y si no, situar el foco en el aprendizaje que hemos conseguido.
Cuando tenemos temporadas de mala salud, el cuerpo y la mente se habitúan rápidamente a ese estado y como la tendencia de nuestro cerebro es estabilizarse, va a hacer lo posible por mantener esa situación por incómoda y dolorosa que parezca, todo el tiempo que pueda. Pues sí, a partir de los síntomas, tu cuerpo se comunica con tu cerebro. Tu cerebro capta las señales de alarma y reacciona enviando señales de dolor para protegerte.
¿Pero, qué pasa cuando el origen de lo que te provoca ese malestar (incluso dolor físico) no se haya en una lesión física sino en una incapacidad para superar los conflictos o las frustraciones de la vida? Primero, no te enfades con tu cuerpo, los síntomas son la única forma con lo que sabe comunicarse contigo. Y son la primera señal de malestar que te puede hacer reaccionar y aceptar tu responsabilidad en la buena o mala gestión de tu "dragón".
¿Cuánto tiempo llevas postergando un cambio de paradigma en tu vida?¿Cuánto tiempo llevas permitiendo que salten las alarmas de peligro, sin hacer nada al respecto a excepción de culpar a los otros o a tu mala suerte? Seguramente llevas tanto tiempo así que cuando, por fin te armas de valor y te lanzas a vivir con ilusión de nuevo, tu cerebro (equivocado) siente que puedes correr peligro y te protege de la única forma que ha sabido hacer... con dolor. Así, consigue que te retires, que te alejes del "peligro" (una presentación, una entrevista de trabajo, un examen, una nueva amistad...) Si tu dragón te convence de que estás mejor en casa, tranquilito/a, retirándote y replegado hacia ti mismo/a, PASARÁ ALGO TERRIBLE: le acabas de dar la razón a tu cerebro y (como es muy obediente) asumirá que para que estés a salvo, te tiene que mandar más señales de esas la próxima vez. A partir de ahí, ya te puedes imaginar. Se cierra el círculo. Y vuelta a empezar.
Entrenar a tu "dragón", supone emprender un camino de consciencia, donde la fuerza de voluntad y la disciplina han de ser tus aliados. Frenar las alarmas en cuanto aparezcan y no permitirles que te alejen de lo que deseas es el primer paso. Dialoga con tu dragón y dale las gracias por intentar ayudarte, pero continua diciendo que ya no hace falta que te ayude lanzando alarmas indiscriminadas. Colabora con tu cerebro e indícale cuándo una alarma no es necesaria. Usa las palabras que quieras y repite esta conversación todas las veces que sea necesario para que tu cerebro lo acepte y tome conciencia. Necesitarás tiempo y constancia, pero lo conseguirás gracias a la plasticidad del cerebro. Ve eliminando uno a uno, todos los desencadenantes de dolor y frustración que haya en tu vida. Recuérdale a tu dragón, que todo cabe en tu cabeza: lo bueno y lo malo. Y no pasa nada. Sé fuerte; sé flexible; confía en tu poder para entrenar tu dragón y lánzate a conquistar el mundo.
3 Comentarios
Muy interesante!!
ResponderEliminarDe gran ayuda... "ve eliminando una a uno los desencadenantes de dolor y frustración que haya en tu vida". Lo haré.
ResponderEliminarHay q ponerlo en práctica!!
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