Os voy a hablar de tres venenos de la mente y sus correspondientes antídotos. En la psicología budista (si es que se le puede llamar así) se consideran como grandes perturbadores de nuestra paz mental y como el origen de todos los males. Por mi experiencia, puedo deciros que verdaderamente, son bastante comunes y los encuentro en mi entorno continuamente.
Por eso, he querido escribir sobre ellos de una manera sencilla y para que todos podáis tomar el antídoto al menor indicio de estar siendo contaminado/a. "The sooner, the best".
Excesivo apego a cosas materiales: ocasiona peligro de volverse acaparador y tacaño, codicioso. No prestamos nuestras cosas por miedo a que nos las pierdan o estropeen. Llenamos nuestro armario de ropa acumulando sin cesar, en lugar de donar aquello que ya no usamos.
Antídoto: Explorar otras formas de vivir y de pensar. Fomentar una actitud altruista y generosa. Concentrarse en el dar. Desprenderse de objetos o prendas que ya no se usan. ACEPTAR que nada es permanente, que todo cambia. Aceptar la vida como viene.
Excesivo apego a personas: peligro de volverse celoso y perspicaz, así como controlador o dependiente. Sentimiento de que alguien te pertenece y estará siempre allí o sentimiento de que solo junto a esa persona tiene sentido tu vida. Como ves, hay grandes posibilidades de limitar nuestra vida en función de la otra persona, o de ver la vida desde la mirada del otro. Sentir que sin ellos no somos nada. Sentirnos mal ante su desdén o menosprecio. Ya te puedes imaginar hacia donde deriva eso...
Antídoto: soltar a la otra persona, dejar ir,
mantener una vida personal completa y
mantener una vida personal completa y
ajena a ella.
Ubicarse en la no permanencia de las personas y situaciones.
Ubicarse en la no permanencia de las personas y situaciones.
La verdad es que a menudo, las personas no piensan en las circunstancias de sus actos o palabras y en cambio, nosotros armamos toda una historia en nuestra mente porque pensamos que ya no somos tan valiosos como creíamos ser. Los seres humanos tendemos a exagerar cualquier situación cotidiana y sacamos conclusiones, generalmente precipitadas.
Ese ¿por qué a mí? resuena en nuestra cabeza y no nos permite ver más posibilidades. Si fuéramos conscientes de que todo sucede para bien, no perderíamos nuestro precioso tiempo en darle vueltas en nuestra cabeza a interpretaciones sesgadas de la realidad que ha creado nuestra mente.
Gracias a las circunstancias difíciles del día a día es como crecemos espiritualmente. El crecimiento personal surge de la confrontación de tus propios esquemas con las circunstancias. Por ejemplo, las circunstancias adversas en las que están involucradas otras personas, son momentos idóneos para desarrollar la tolerancia, especialmente cuando esas personas nos muestran una actitud contraria. Cuando alguien nos ofende, es la oportunidad para desarrollar la tolerancia y la comprensión.
Eso es la ALQUIMIA DE LAS SITUACIONES ADVERSAS, las cosas más difíciles son las que más nos hacen crecer. ¿Para qué mantener ese odio hacia personas si eso solo nos envenena a nosotros. Los budistas dicen que es como tomar un veneno y esperar que se muera la otra persona.
En ocasiones, nuestra vida está marcada por ciertas circunstancias y sin darnos cuenta, éstas, van impregnando cada momento del resto de nuestra vida por el recuerdo que de ello tenemos. Nosotros mismos nos amargamos la vida.
Se adopta el papel de víctima y se actúa como tal, con sufrimiento. Se mantiene en la mente la tragedia mucho tiempo después de cuando pasó. Eso genera muchos pensamientos negativos que refuerzan la tristeza y desesperanza.
Antídoto: Reflexionar (Soul searching). Cambiar el ¿por qué a mí ? por un
¿ para qué a mi? Así, abandonamos el papel de víctima y nos convertimos en
protagonistas de nuestro propio aprendizaje.
El odio solo nos amarga la existencia. Gracias a lo sucedido con esa persona o situación, podemos aprender algo valioso para la vida.
Dicen que “Nadie se aleja de nosotros hasta que hemos aprendido la lección que nos corresponde vivir con él/ella”.
El tercer veneno es la IGNORANCIA.Y es la base que sustenta los dos venenos anteriores. Ignorancia para ubicarnos en la no permanencia de las cosas y la ignorancia en valorar las consecuencias de lo que nos ocurre. No se relaciona con una falta de conocimiento ni erudición sino con una falta de sabiduría.
De estas dos formas de ignorancia, surge nuestra identificación con las fluctuaciones de la mente y nos dejamos llevar cual veletas, en la dirección que sopla el viento, olvidando que como seres humanos, pertenecemos a una entidad mayor que nosotros mismos. En cambio, ignoramos esto y centramos la atención en nosotros mismos, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestro punto de vista... Nos damos demasiada importancia. Así, nos sentimos diferentes a los otros y ello aumenta nuestra separación y nuestra ignorancia.
Nuestra creencia en la existencia de un yo que se intenta imponer a los demás, es la causa del sufrimiento. Cuando rompemos la idea del yo, se produce la unidad con el otro. Ser uno con el universo. Eso conlleva una responsabilidad universal. Cualquier cosa que hagamos afecta al universo.¿Ves como eres muy importante?
Antídoto: Sitúate en el presente y manifiesta una apertura hacia los demás,
deja de juzgar a otras personas ni los acontecimientos; nada es bueno o malo en su totalidad. Mantén una actitud ecuánime y no te dejes influir por los pensamientos negativos tuyos, ni de otros. Vive la vida con ilusión y espera siempre lo mejor.
La vida está a tu favor.
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